lunes, 30 de mayo de 2011

Ascensión a la Tuca de Mulleres

TUCA DE MULLERES (3.010 MTS)

Tiempo ascensión: 5 horas.
Tiempo descenso: 4 horas.
Desnivel: 1.225 mts.
Miembros de la expedición: Lourdes, Mª José, Robert y Jorge.

Miembros de la expedición.

La ascensión a la Tuca de Mulleres ha sido una buena ocasión para compartir risas entre amigos y disfrutar de un impresionante valle de Benasque, en primavera, en pleno deshielo, rodeados por cascadas de principio a fin.... y por marmotas.

Este pequeño tresmil es sencillo y no tiene complicación alguna a no ser la de una larga aproximación. Está al final del valle, pero lo compensa el entorno y las vistas del "jefe", allá a 3.404 mts.

Nos alojamos en el Hospital de Benasque la noche anterior y quedamos en desayunar a las 7:00 de la mañana del sábado -algo tarde como comprobamos al final del día-. Un buffet sencillo que no "masacré" como debía y que luego me pasó factura -fui a medio gas todo el día-.

A las 8:00 comenzamos a caminar desde el Parking de la Besurta, lleno a estas horas, con una temperatura de 6º según el termómetro del coche. Ideal para caminar, contemplar el paisaje y charlar.




El ritmo que tomamos era tranquilo. Las guías que habíamos consultado hablaban de una ascensión de menos de 4 horas, así que no hacía falta apretar el paso. Al final no fueron 4 horas de subida..... o las guías las escriben los Ferrari de la montaña, o yo soy un SEAT Panda....

La cuestión es que en casi una hora llegamos al Forau de Aigualluts, donde el agua del glaciar del Aneto desaparece y se dirige al valle de Arán para alimentar el río Garona -fue Norbert Casteret en 1931 quien desmostró este hecho-.


Fotos de grupo y continuamos por la senda hasta la cascada que salta desde el Plan de Aigualluts que bajaba imprsionante.


Desde el Plan de Aigualluts se divisa, al fondo, el inconfundible Pico de Aigualluts -2.708 mts- puerta de entrada del valle de Barrancs a su derecha y del valle de la Escaleta a su izquierda.


Justo al fondo del valle, un cartel nos indica el camino a seguir. En dirección al collado del Toro, dejando Barrancs a la derecha, cruzamos un puente de madera y ascendimos con tranquilidad por la primera de las pendientes de la mañana.


Desde este punto ya se podía atisbar, a nuestra derecha, el macizo del Aneto que no nos abandonó en toda la mañana.


En el valle de la Escaleta el camino discurría con facilidad. A nuestra izquierda se veía el collado del Toro y, enfrente, ya se dejaban ver las primeras manchas de nieve que tendríamos que pasar con la impresionante Forcanada al fondo.



En algo más de dos horas dejamos el desvío al Collado del Toro y llegamos al pie de la canal que nos llevaría hasta los primeros ibones de la Escaleta. Y allí tomamos un bocado.... que ya era hora. Robert sacó de la mochila lo que debían ser 6 u 8 longanizas..... lo que viene siendo comida liofilizada de montaña.


Por delante sólo roca y nieve. Atrás dejábamos la hierba y comenzaba la ascensión.


Nos pusimos en marcha y llegamos en 20 minutos al primer ibón de la Escaleta que pasamos por su derecha, pisando nieve por primera vez.



Robert nos acompañaba a varios metros de distancia, fuera de la ruta en plan aventurero, persiguiendo marmotas, sacándonos fotos y haciéndonos pasar la mañana más amena. Hay compañías que no tienen precio.



En un momento llegamos al segundo ibón, casi completamente deshelado. A partir de aquí, la subida se hacía más exigente y alternábamos roca y nieve. Había que llevar cuidado con el deshielo; debajo de la nieve podía no haber..... nada.



Poco más de media hora después llegamos al tercer ibón que ya nos sugería un giro de 90º a la derecha para encarar una pala de nieve que ya no dejaríamos hasta la cima. Fantástico: aguas a medio deshelar y azul turquesa del hielo.


Desde aquí, vista atrás.


Llevábamos 3 horas caminando a un ritmo tranquilo y habíamos superado casi 400 mts de desnivel. Continuamos hasta el cuarto ibón, a 5 minutos, y comienzo de la zona final con fuerte pendiente.

En este punto, Robert y Lourdes decidieron quedarse. La expedición se partía en dos. Mª José y yo decidimos continuar. El objetivo de pasar la mañana juntos estaba conseguido y no hacía falta más.

Nosostros nos pusimos los crampones, nos despedimos y comenzamos la pala con buen ritmo, parando para echar una mirada atrás.


Mª José subía con paso seguro y eso me tranquilizaba mucho.


En 15 minutos el collado junto al últimoibón de la mañana.




Se nos hacía tarde. Los tiempos que marcaban las guías no los habíamos cumplido..... o estaban mal. Yo me inclino por un poco de cada. La cuestión es que nos quedaba el desnivel más fuerte y, como mínimo una hora y pico más.

La ruta normal, que es la que queríamos hacer, pasa por el collado que separa Mulleres de Salenques, para después girar a la izquierda y tomar la cresta hasta la cima. Menos pendiente pero más largo. Pero a la vista de la pala que teníamos enfrente y del retraso, opté por encarar de frente, con mucha más pendiente pero más rápido "a priori".

Mª José estaba muy cansada pero se portó como una campeona. Me pidió que no hiciese zetas y que no parase. O subía de tirón o no subía. Así que tomamos una barrita y para arriba. Impresionante. La primera parte de la pala la hizo en cabeza y a muy buen ritmo.





Una hora después, cima. Mª José, impresionante. Una hora sin parar, subiendo porque se lo decía la cabeza. El cuerpo le pedía parar. La primera de la cima se la merece. Es suya.



Y para que mentir... las vistas impresionantes con todo el macizo del Aneto para nosotros solos. Un lujo.




Tomamos un bocado, descansamos 20 minutos y comenzamos el descenso, esta vez sí, por la cresta en dirección al collado de Salenques. a mitad de cresta salimos a la pala de nieve para Mª José bajase mejor. La idea inicial era alcanzar el collado y subir al Pico Salenques.... pero era muy tarde y ya había exprimido suficiente a Mª José.


Paramos en el 5º ibón para comer con tranquilidad y volvimos a parar en el 4º ibón para remojarnos los pies -agua a cientos de grados bajo cero... doy fe- y para tomarnos una botella de champán que tenía en la mochila. Debía haberse abierto en la cima con los cuatro presentes, pero la "machada" de Mª José, requería una pequeña recompensa.


De aquí hasta la Besurta fue un largo calvario para Mª José. Dos horas y media de bajada con las rodillas doloridas y muy cansada. No dijo nada. Aguantó y bajó a su ritmo. No se le puede pedir más. En total, fueron 10 horas.



Al llegar al coche, Robert y Lourdes nos habían dejado una nota en el parabrisas. Volvían al Hospital de Benasque. Luego nos enteramos que estuvieron preocupados por todo lo que tardamos en llegar. Normal.


Fue un día excepcional en el que pudimos ver un fantástico valle de Benasque y coronar un tresmil, bajito, pero con unas vistas de primer orden. Además, ese día, toda la montaña fue nuestra.