SELVA DE IRATI:
VUELTA POR EL BOSQUE DE ZABALETA
Unos días con unos buenos amigos, en un bonito entorno, bien comidos, bien bebidos y disfrutando de la naturaleza con Aitana y Mª José...., ¿qué más se puede pedir?. Pues eso fue lo que me pasó durante cinco días con mis amigos Carlos, Marga y su hijo Alberto, que nos fuimos todos a Jaurrieta en el valle de Salazar a descansar, caminar, comer y pasarlo bien.
Uno de esos días de vacaciones lo destinamos a conocer la Selva de Irati. Fantástico bosque y entorno privilegiado al que se accede por una carretera revirada que atraviesa en su tramo final una hermosa umbría.
www.selvadeirati.com
Llegamos al Área de la Virgen de las Nieves a eso de las 10:30 de la mañana. No fuimos muy madrugadores, pero tampoco teníamos intención de serlo. Se llega cuando se llega. El sol ya pegaba y los pequeños ya venían diciendo que eso de andar con semejante calor, que mejor que no, así que decidimos dar una vuelta corta.
El guarda, un tipo simpático, nos recomendó dar la vuelta del Bosque de Zabaleta que discurría por un bosque de hayas y abetos, llegaba al embalse de Irabia y volvía por pista. Total, poco más de 8 kilómetros.
Decidido, hasta el embalse. Todo el recorrido está perfectamente señalizado. Es la senda SL NA-63A. Con esta información Aitana y Alberto tomaban el mando y hacían de guías.
Al poco de salir del área de visitantes, el camino se desvía a la derecha y comienza a tomar altura por un bosque húmedo y espeso de hayas, con un suelo completamente tapizado de hojas marrones. Es la senda de Barranqueadores que flanquea por el sur el Monte de la Cuestión -vaya nombre-.
Desde el principio me doy cuenta de que esta salida puede convertirse en un paseo temático sobre setas. Las hay por todas partes. Carlos y Marga son "cazadores de setas" y me llevan loco de una parte a otra del bosque. Carlos tiene una vista de lince y las localiza a la legua; yo no las veo hasta que nos las piso.
Aitana y Alberto también se ponen a ello y es un sinvivir. Aquí..., aquí..., aquí... Paramos a cada paso y hacemos fotos. No cogemos ninguna, no se puede. Además yo nos las conozco. Carlos se afana en explicarme cuales son las buenas y cuales las malas. Nos lo estamos pasando bomba. Yo la disfruto como un enano. Es mi bautismo de setas.
Pero no sólo vemos setas. Insectos, babosas, ranas, recogemos fresas silvestres....
No se cuanto tiempo pasa pero la senda deja de coger altura y vuelve a bajar en dirección al fondo del valle. Es una preciosidad de sitio. Quizás en un par de horas, desembocamos en una pista que tomamos hacia la derecha. Ya estamos cerca del embalse. Antes, paradita en un arroyuelo.
Llegamos en diez minutos a la casa forestal abandonada que se sitúa en la cola del embalse. Allí paramos a almorzar...., o comer. No sabemos ni la hora que es. El tiempo parece que ha cambiado, el cielo está gris y chispea.
La vuelta es algo más aburrida. Vamos por pista y no da para muchas setas. Así que, cada uno, su ritmo.
Llegamos casi a las cinco de la tarde al punto de partida. Todavía pudimos subir a comer algo en el bar. Y vaya que si comimos. Llevábamos hambre.
El sol ha vuelto a salir y aprieta el calor. Aitana y Alberto salen a jugar al parque que hay junto al bar y se ponen a sudar como cosacos....., pero ¡qué más da!, tenemos un río para refrescarnos.
El sol ha vuelto a salir y aprieta el calor. Aitana y Alberto salen a jugar al parque que hay junto al bar y se ponen a sudar como cosacos....., pero ¡qué más da!, tenemos un río para refrescarnos.
Pasamos una buena jornada que rematamos al día siguiente, en la sidrería de Ochagavía, con un par de chuletones tamaño XXL regados por abundante sidra escanciada por nosotros mismos.
Gracias Carlos y Marga. ¡Qué fácil es ser felices con vosotros!
Gracias Carlos y Marga. ¡Qué fácil es ser felices con vosotros!