lunes, 17 de octubre de 2016

DESERT RUN 2016

DESERT RUN 2016
ERFOUD 
-MARRUECOS-



Este año 2016 ha sido duro para toda mi familia y para mi. Quise cerrar el ciclo de nueve meses de lucha, participando en la Vuelta al Aneto, entrando junto a Mª José y Aitana de la mano, como símbolo de que estábamos juntos. 

Todos juntos hasta la meta y todos juntos hasta el final

Preparar esa carrera me machacó psicológicamente. Tenía que acabarla como fuera y eso era un plus de presión. Hubo entrenamientos, muchos, que lejos de disfrutarlos, los sufría. No me apetecía correr.

Acabé la carrera en un tiempo más que discreto, lesionado y mentalmente deshecho. Básicamente se me habían esfumado las ganas de correr más. Pero ya me había inscrito en la Desert Run. 

A punto estuve de no ir. No tenía ni pizca de ganas. No había entrenado. En el trabajo iba de cabeza. Vamos..., todo eran buenas sensaciones y un panorama que invitaba a viajar.

Pero fui. 

Menos mal.

La gente

Llegamos al aeropuerto de Barcelona para acreditarnos. Y lo primero que nos dicen es que vamos a compartir mesa y coche con las mismas personas, durante cinco días!!!..... Mal rollo. ¡Cinco días…, con la misma gente! Con lo rarito que soy yo, estaba seguro que iba a acabar agobiándome en el minuto uno.

Pero no sólo no me agobié, sino que acabó siendo todo lo contrario. 

Un chute de fuerza y de ganas de volver a correr. 

La culpa, sobre todo, de mis compañeros de la Mesa 9.


José Luis: 67 años de pura energía. Exdirectivo del Santander. Primer hombre en hacer en el mismo año Los 4 Desiertos. Un pozo de experiencias que nos daba consejos para afrontar las etapas. Un crack, de verdad, un crack. Me enseñó que correr, como la vida, es cuestión de actitud. Viajó con su familia. Catalina, la pequeña de cuatro años, me avitualló un par de veces y me despidió en una etapa con un besazo que no tiene precio. Si pudiera, te acompañaba en ese nuevo reto que estás "barruntando"...


Juan: Un tío grande. Corredor de Ultras. Para cuando empezaba a calentar, se le acababa la etapa. Un tipo con un corazón enorme. Su cabeza estaba en la Desert, pero su corazón estaba en Ibiza con su familia. Aprendí que la carrera es contra uno mismo, que no hay crono. Nos echamos un par de lagrimas. Gracias por llorar conmigo. Adoptó a Samir, el vencedor de la Desert.


Roger y Josep: Una pareja de amigos que afrontaron las etapas como un equipo. Me dieron una lección de lo que es correr en equipo pensando en ti, pero también en tu compañero. Me encantó hacer kilómetros junto a ellos y me hicieron de liebres en la última etapa. Qué grandes!!! Dos catalanes con los que hablamos de la familia, de respeto por las ideas del otro y de carreras por montaña.



Samir: El ganador de la Desert. Humilde. Callado. Durante el día no se notaba que era el mejor, pero cuando corría era una gacela africana. Otros se hubieran pavoneado durante los cinco días de sus carreras, pero él no. Al recoger el premio, se puso en una esquina, casi escondido. Lo da todo en la carrera…, y después también. Aprendí que se puede ser el mejor, sin hacer ruido. ahora, en el Camino de Santiago..., energía inagotable.


Hubo más gente. Mucha más. Paula Fernández Ochoa -la hija del mítico Paquito- con su eterna sonrisa que corrió lesionada, Fernando -el speaker de la prueba- que me contaba su experiencia organizando viajes a la Maratón de Nueva York y que me metió el gusanillo de hacer una en asfalto, Gorka, un vasco con el que coincidí 5 minutos en la segunda etapa y en el oasis de la tercera, un tipo alegre que me despidió en el aeropuerto con abrazo como si fuésemos amigos de toda la vida. Nerea, una vasca simpatiquísima que hizo podium -3ª general-. Jordi -el fotógrafo de la Desert-, siempre moviéndose. 

Tengo pocas fotos con gente. Una pena. 



En fin, mucha gente. Gran ambiente. Sensaciones positivas y un chute que me ha devuelto las ganas de correr y de disfrutar corriendo.

La Desert Run

La carrera no es una prueba dura. Es exigente y distinta. Corres por dunas, por terreno blando y de pisada incómoda, con mucho calor, por llanuras que no acaban, en las que ves el avituallamiento cuatro kilómetros más allá. Pero siendo por etapas -15, 21 y 26-, si vas entrenado, es fácil de correr y acabar. 

Yo me cegué en una etapa -la segunda- y lo pagué. Mal entrenado y chulín.... mala combinación.

Los avituallamientos son abundantes. Líquido sobre todo. Poco sólido, pero no se necesita. La organización fenomenal en la parte deportiva. Para mí, ni un pero. En la parte ocio-turismo, es mejorable en alguna cosa.

Primera Etapa. Las dunas: 15 Km.

Muchos nervios en la primera etapa. La gente salió…, salimos muy rápidos. Un primer kilómetro de dunas bajas para entrar en contacto con el medio, y a meter kilómetros. Salida y llegada desde el Hotel Xaluca -una  Kasba de barro del mismo tipo que las casas de los pueblos cercanos en la localidad de Arfoud-, en una bonita circular que nos hacía acabar los últimos dos kilómetros por dunas…, dunas. De las de verdad.


Calor. Me dijeron que llegamos a los 41º. No lo sé. Yo pasé calor. Mucha arena en las zapatillas, a pesar de las polainas, que me acabó ocasionando un par de ampollas -las primeras ampollas de un total de 7-. Como nos aconsejó José Luis, pisaba por donde nadie había pisado, para no hundirme mucho. Pero ni aún así. Piernas pesadas y sin ritmo.





Tuvimos suerte porque había llovido el día anterior -¡¡¡sí, nos llovió al llegar…, en el desierto!!!- y las dunas estaban "apretadas". La diferencia se nota y lo comprobamos en la última etapa, con las dunas ya secas.




Mª José descubrió que los acompañantes podían hacer el mismo itinerario que los corredores, pero caminado. Y no se lo pensó dos veces. Me abandonó "como se abandonan los zapatos viejos" tal y como dice Sabina, y se puso a caminar. ¡Qué gozada ver a mi rubia ser la que era hace unos meses! Acabó cansada, pero feliz. ¡Qué más puedo pedir!. Grande mi rubia!!!.

Acabada la etapa, ducha, comida y toda la expedición camino a un nuevo destino. Montados en 4x4 desfilamos por kilómetros de lo que llaman Hamada o el "Sáhara Negro", llanuras de arena con una capa de piedra negra que, vista desde lo alto de las dunas, se ve en tonos grises. 


Visitamos un yacimiento de fósiles en donde niños y no tan niños nos vendían, por unos pocos dirjhams, fósiles ya pulidos. 


De aquí a las dunas, a dar una vuelta en dromedario. ¡No en camello! Muy pintoresco. Trescientos dromedarios con trescientos guiris por unas dunas preciosas. A mi me tocó un pequeño camellero de 8 años llamado Rhasid, que no hablaba otra cosa que no fuera árabe o bereber. Parada técnica para ver atardecer, té, dulces y frutos secos. Me encantó. Antes de la vuelta, los camelleros te venden sus fósiles. Y picas. Porque quieres y porque te dejas.











Puesto 42

Segunda Etapa. Pueblos y niños: 21 Km.

La noche la habíamos pasado durmiendo en unas jaimas, junto al Biouac Belle Etoile en Merzouga. Una experiencia interesante. Hizo frío y hubo que taparse. Por la mañana desayuno temprano y amanecer en las dunas. Estamos justo al lado del Erg Chebbi, la puerta del Sahara.



Un paisaje precioso. Y eso que yo no soy de impresionarme por estas cosas. Pero es que el paisaje ha sido increíble.




Los caminantes salen antes que los corredores y Mª José repite salida. La organización tiene un sistema de comunicación móvil, entre avituallamientos, que permite que los que van andando tomen un 4x4 cuando quieran para que les traslade hacia adelante o hacia atrás. Fantástica idea. Si caminas y te cansas, te montas en un 4x4 y te lleva a meta o al siguiente avituallamiento. Si no caminas y sólo quieres ver a la gente que corre, te montas en un 4x4 y vas de avituallamiento en avituallamiento, animando o dando agua.



Salimos a las 9 con algo de calor. En esta etapa tocaba mucha pista y pasar por pequeños poblados. Me siento bien y desde el principio voy cómodo, así que cojo un buen ritmo. Vamos pasando por poblados en los que los niños salen a recibirnos. Muchos nos piden cosas: las gafas, la gorra, los botellines…, otros nos chocan las manos, muchos sonríen y nos acompañan corriendo, alguno nos coge de la mano.



Es una mezcla de alegría, tristeza y curiosidad. Son niños que salen descalzos, sucios, despeinados…, pero todos sonrientes. Tu te sientes un intruso que pasa por sus vidas unos segundos y que sigue su camino corriendo. Pero es lo que hay. Lo más que puedes hacer es darles las barritas, el agua o el isotónico que recoges del avituallamiento. Sé que Juan, Roger y Josep les dieron gafas de sol, botellines de Salomon….

A eso del Km 16, me pega un pajarazo. Me siento flojo y tengo que ir bajando el ritmo. En el peor momento, dunas. No es mucho tramo, pero dunas. Voy a menos y el último kilómetro lo hago caminado. Lo que he ganado hasta ahora, lo pierdo en el último momento. Como dijo José Luis, el desierto te pone en tu sitio.



Por la tarde excursión en 4x4 por dunas a ver la casa de un bereber y un pequeño poblado maliense. A escasos kilómetros de la frontera con Argelia. En ambos sitios tenemos té y frutos secos. Y en ambos sitios podemos comprobar en qué condiciones vive aquí la gente. Es curioso, pintoresco e impactante.












Puesto 37

Tercera Etapa. Sáhara Negro: 26 Km.

Madrugamos otra vez y, en los 4x4, salimos rumbo "a ninguna parte"…, a la mitad de una llanura inmensa, en la que han instalado la meta. Estamos en mitad de la Hamada. Puede parecer una tontería, pero la salida desde allí es bonita. 




Es el día en el que, excepto los diez primeros, la masa de corredores sale más tranquila. Son 26 kilómetros y, como dijo alguno, ya iremos recogiendo cadáveres por el camino. 

La etapa es larga, muy larga. Hay que estar tranquilo y no cebarse. Vas corriendo y ves delante a una decena de corredores. Eso te anima a subir ritmo, cogerlos y pasarlos. Pero con ese razonamiento, podríamos pinchar en cualquier momento. Así que.., tranquilidad.





Pasan los kilómetros y vamos pasando gente. Algunos van muy acalambrados, otros van achicharrados por el sol. Pero todos siguen corriendo. Hay que acabar como sea.



Yo voy en un modo "regular" y puedo llevar un trote gorrinero, suficiente para ir quemando kilómetros poco a poco. 





Mª José ha decidido seguirme en los avituallamientos junto con Cristina, la mujer de José Luis, y la pequeña Catalina. Mientras Mª José hace fotos, Catalina nos da agua. Así durante todos los avituallamientos. Ayuda verlas y escuchar sus gritos de ánimo.




Cuando voy de bajón, en los últimos 3-4 kilómetros, Josep y Roger, que han ido alternándose toda la jornada, me sirven de liebres. Cuando caminan, yo camino, cuando corren, yo corro. Me llevan en un CaCo que me permite aguantar lo que queda. Y lo que queda es un kilómetro de cauce seco con arena hasta la misma meta, que te obliga a dar lo poco que te queda en la reserva.





A pocos metros de la meta está Mª José que ha recorrido los últimos 3 kilómetros andando, y que me espera para entrar juntos. Y eso hacemos, entramos juntos, gritando y riendo.

Está hecho.

Abrazos y besos. Sonrisas entre los corredores y acompañantes. Sudor, ampollas, rozaduras… Y todo esto, en un oasis con un pequeño pozo de agua fresca que nos sirve de bañera, ducha, lavapiés y fuente. ¿Qué más podemos pedir? Hemos acabado la Desert Run y estamos enteros y felices. La Mesa  9 está al completo: José Luis, Roger, Josep, Juan y yo. Y Samir, vencedor de la Desert , que aunque es de la Mesa 8, es uno delos nuestros.





Volvemos al hotel en 4x4 y después de la ducha comienza la fiesta. Corre la cerveza, los cacahuetes y las aceitunas. Y todo pagado con los tickets del hotel -los dromedarios-.

La entrega de trofeos es por la tarde-noche. Es una ceremonia sencilla que intenta dar el mismo valor a todos los corredores. Por el mero hecho de haber acabado, ya has ganado. Yo creo que hay que darle más bombo a los ganadores, porque al fin y al cabo, esto es una carrera.

Medalla de Finisher, reconocimiento a José Luis que ya lleva tres Desert, foto de la mesa 9 y foto con Mª José bajo la foto del Rey de Marruecos.






Puesto 36.

Puesto final: 34.

Para ser un casi cincuentón y llegar sin entrenamiento, no está mal. Pero para una vez que quedo en la zona de delante…., el puesto no me importa lo más mínimo. ¡No hay quien me entienda!

En la cena, por primera vez, corre el vino. Hasta ahora había sido agua y cerveza Casablanca, pero hoy le pegamos fuego a los tickets que nos quedan. Algunos, a pesar del cansancio, hacen un maratón nocturno y acaban con el tequila del hotel. Divina juventud!!!

La vuelta.

Recogemos todo y salimos de excursión exprés hacia una montaña peculiar, en forma de U y con una única salida cerrada por un alto muro. Está cerca de Rissani, ciudad de la que parte la actual dinastía Alaouí. Se la conoce como Garade Medouar o la Cárcel Portuguesa, aunque no queda claro que fuera una cárcel. Sí fue utilizada como punto de concentración de esclavos subsaharianos, antes de venderlos en Portugal. Aquí rodaron escenas de La Momia o de 007. 








Después de comer, y de vuelta al aeropuerto, nos paramos a a contemplar el Valle del Ziz que se extiende desde Errachidia hasta Rissani, en un impresionante palmeral de más de 50 kilómetros de largo -el más grande de Marruecos-. Aquí compramos dátiles, típico y tópico…, pero es que están de muerte!!!



Y llegamos al aeropuerto de Errachidia en donde el control te deja pasar agua de litro y medio, en donde repostar combustible es una odisea y en donde el sistema informático se cae, justo antes de despegar. 


Porque esto también es Marruecos.