lunes, 27 de septiembre de 2010

LAS HISTORIAS DEL ABUELO

PYRENE

Hace un tiempo, mi amigo Carlos de Olocau me trajó un par de botellas de vino de D.O. Somontano que había comprado en el LIDL. Su nombre Pyrene. Este es un vino fácil de beber que no desmerece y a un precio razonable: 4'50 €. Me he aficionado a él. Soy un incondicional de los somontanos y éste me parece una buena opción como vino de mesa.


PYRENE. D.O. Somontano
La cuestión es que éste vino me recordó la leyenda de Pyrene, ninfa o princesa -según la leyenda que elijamos-, que da nombre a los Pirineos.

Cuenta la mitología clásica que Heracles -Hércules- puso rumbo a Iberia, para acabar con el gigante Gerión y arrebartarle su ganado -éste era el décimo de uno de sus famosos diez trabajos-. Sin embargo, un acontecimiento le dejaría marcado para siempre. Al pasar por las tierras del rey céltico Bébryx -sitas entre Iberia y la Galia-, el héroe quedó prendado de la belleza de la princesa Pyrene, hija de Bébryx. Una noche que estaba ebrio -borracho como una cuba-Heracles se las ingenió para seducir a la joven, abandonándola a la mañana siguiente.

Aquel encuentro tuvo sus consecuencias, pues Pyrene quedó embarazada y al tiempo dió a luz una espantosa serpiente. La princesa quedó horrorizada -no era para menos-. No sabía qué hacer, así que se dirigió al bosque, llorando desconsolada por su dramática mala fortuna. Pero para más desgracia, sus gritos lastimeros atrajeron a los lobos que merodeaban por el bosque, muriendo devorados ella y su hijo.

Heracles de vuelta por aquellas tierras tuvo conocimiento de todo lo que había ocurrido con Pyrene, buscó lo que quedaba de ella y enterró los restos bajo piedras para evitar que las alimañas devoraran lo poco que quedaba de ella y su hijo. Cuenta el mito que Heracles puso tantas piedras que formó una extensa montaña y después prendió fuego a los bosques que la rodeaban que se mantuvieron ardiendo varias semanas. Los griegos, que navegaban por la costa, pudieron contemplar el espectáculo desde el mar y llamaron a aquellas montañas Pirineos, es decir, montañas de fuego.

Hércules entre las llamas amasando el túmulo de Pyrene.
Néstor Martín (1887-1938).
Las Palmas de Gran Canaria, Museo Néstor

Este mito tiene variantes, muchas, pero la esencia es la misma. Por ejemplo:

Cuenta la leyenda que el héroe Heracles vino a la Iberia, con el objetivo de robar los bueyes de Gerión, gigante monstruoso que trató de poseer a una ninfa llamada Pyrene. Esta huyó y se escondió en una zona entre Iberia y la Galia. Gerión entonces incendió todo el lugar para encontrarla. Pyrene, a punto de abrasarse, gritó desesperada y lloró, y sus lágrimas crearon los ibones. Heracles la oyó y acudió en su auxilio. Cuando la encontró, la ninfa estaba ya moribunda y sólo tuvo tiempo de contar al héroe lo ocurrido.

Este, conmovido por el trágico final de Pyrene, levantó un mausoleo sobre su cuerpo muerto, amontonando todas las rocas y piedras que encontró, creando una gran cordillera que llamó Pirineos en recuerdo de Pyrene.

Ya sabéis, el abuelo y sus historias.


1 comentario:

  1. Cooooooooo....!!! Pero qué hace este comentario en el blog de un montañero semi-profesionaaaaal????? Si es que... la cabra tira al monte eh? no te has podido resistir. El próximo qué será, el Whisky Mcgregor, que te veo venir!!! En lugar de hablar de las prestaciones de tus raquetas de nieve, crampones, material de montaña, tú ale a darle a vino.

    DI QUE SI, DI QUE SI.

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