martes, 6 de marzo de 2012

BTT: LAS CINCO SUBIDAS.

BAUTISMO CON LA BTT: 
POR LA SIERRA DE ALEDUA.


Después de más de un mes sin subir a los Pirineos, cualquier oferta para salir al monte y hacer algo de deporte es bienvenida y muy agradecida. 

Tengo dos amigos que son unas máquinas brutales del triathlon -y si no lo son a mi me da esa impresión- que me invitaron a salir a "llanear" con ellos un rato. Muy tranquilos. Nada bestial. Yo, como no podía ser de otra manera, desconfiaba como lo haría si Edurne Pasaban me dijera que si me apetecía salir con ella a subir algún "picacho". Pero, a pesar del peligro que se intuía en la invitación, me vine arriba cuando me dijeron: "es mejor que te retiren por bravo que por manso". Y a uno de Teruel no se le puede desafiar de semejante forma, así es que dije que sí, que salía con ellos.


De rojo, Miguel, conocido como "Revientatrialeras
y de azul, Pedro, o como le gusta que le llamen "Tractor loco".


Ese fue el momento en el que yo, una persona prudente, pasé a ser una masa de 73 Kg de carne, encima de una bicicleta.

La cuestión es que me fui con ellos, sin destino preciso, a pedalear..... con ellos y con tres amigos más, con apodos como "Terminator", "Avioncito Mora" o "Chana", rumbo a un lugar con nombres tan sugerentes para un principiante como "la pólvora" o "las cinco subidas". 

Tras las presentaciones, la primera pregunta: ¿tu no llevas calas?.... hacía media hora me habían preguntado si quería aceite ¿?. Estaba claro que no era mi ecosistema natural. Lo de la "calas", lo entendí en el Km 9.

Salimos a eso de las 9:30 de Torrent a ritmo muy tranquilo alternando tramos asfaltados y caminos. Todo muy normal calentando piernas. Al poco, entramos en un pequeño barranco sin dificultad aparente. Todos bajaron con velocidad y soltura por una estrecha senda sin peligro. Yo baje con velocidad. La soltura la dejé para mi pie derecho que se "soltó" del pedal. El aterrizaje fue forzoso. Me dolió más la dignidad que la mano sobre la que paré el golpe.

Miguel que me acompañaba en cola del pelotón, insistió en que no había pasado nada, que era normal que me pasara aquello si no llevaba "calas". Joder con las "calas". Estaba claro que retrasaba al grupo que, cada cierto tiempo se paraba para esperarme a mi y a Miguel o Pedro que se turnaban haciéndome compañía.



En llano, los tenía "controlados".


Tras las primeras rampas..... los perdí y Miguel, mi gregario, 
se encargó de que retornáramos al grupo.... llamando.


Primeras rampas suaves por el pinar de Picassent. Nada terrible, ni siquiera para mi, que tenía la sensación de que iba bien y que, a mi ritmo, podía seguirles. Pero en eso que el plátano que me había tomado en el coche hizo acto de presencia intentando salir a cualquier precio. Km 18 y parada a vomitar. No vomité. Y todo el grupo, esperando y dándome ánimo: no pasa nada, un corte de digestión, tíralo y para adelante.... En mi pueblo, cuando te pasa una cosa de estas,te dicen que estás flojo del todo y que no vales para más.... y eso era lo que yo notaba, que no daba ya para más. 


El grupo esperándome en un repecho:
Pedro, Alberto "el Chana", Manolo "Avioncito Mora", 
Miguel y Gerardo "Terminator".
¡Exposición de cuádriceps!.


Pero si algo tenía claro era que acababa la subida, aunque tuviera que llamar desde arriba al 112. Y así fue como poco a poco, con Miguel y Pedro a mi lado... o mejor, unos metros por delante, enfilé la Sierra de Aledua y las "cinco subidas"... porque son cinco. Un pie a tierra en la primera y un segundo intento de desalojar el plátano en la tercera.

Y así transcurrió la mañana, una guerra entre el plátano y yo, hasta que el el Km 28 llegamos a la parte más alta del recorrido desde donde había unas fantásticas vistas de la Albufera y el entorno de Valencia. 


Miguel y Pedro sosteniéndome en aquella cima infernal. 


La Albufera. Vistas impresionantes.


Lo que quedaba de mi.

Tengo que decir que, a pesar de todo lo mal que lo pasé, disfruté en términos generales. Hacía tiempo que no lo pasaba tan mal, es cierto, pero no estaba cansado, no noté que me faltara fuelle. Y la ruta era fantástica.

Arriba unas fotos y para abajo por "la pólvora".... pedazo de desnivel que tiene esa parte. Bajar es tan sencillo como dejarse caer, que es lo que hice yo, y a pesar de eso a punto estuve de "tomar tierra" en dos ocasiones. En esta parte Pedro y Miguel, detrás de mi.

Abajo del todo, un par de paradas técnicas para tomar una naranja, revisar una rueda y llaneando -ahora sí- hasta Torrent bordeando el canal Júcar-Turia. 



Delincuentes, pero con gracia.


Detalle de las "motos" que gastan estos muchachos.

En sus ruedas llevan aire... como yo.


Según me dicen, fueron 50 Km, 3 horas y un desnivel acumulado de 500/600 mts -¡me cago en el llaneo de estos cinco máquinas!-.

La cerveza de la victoria la tomamos Miguel y yo, en nombre de todos.


Ahí sí que estuve a la altura.

Una experiencia fantástica a pesar de todos mis achaques y problemas que me deja el regusto de volver a salir... esta vez con "calas" -por cortesía de Miguel-.

Miguel y Pedro: sois dos grandes.

1 comentario:

  1. JJJajajajj No es estar bajo de forma ¡Sólo se te ocurre ir a ti sin calas! Por cierto ¿Qué son? Soy una ignorante deportivamente hablando, lo reconozco (por no mencionar otros campos ;)).

    Gracias por contarnos estas aventuras, hacen más divertidas las mañanas.

    ¡Felicidades por no rendirte! Después de todos esos problemas, otros habríamos vuelto a casa con las orejas gachas.

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